Venezuela: nuevamente “Mangosta”
Por David Ignacio Martí / 21-04-2014
Hace 53 años, justo por
estos días de abril, el pueblo de Cuba marchó al combate, consciente de
que defendía, como la llamó Fidel, una Revolución socialista de los
humildes, por los humildes y para los humildes.
En las arenas de Playa Girón se batalló por el destino de Cuba y de la “América Nuestra”, de Bolívar y Martí. No sin el tributo de decenas de vidas de los mejores hijos de esta tierra, bastaron 72 horas para infringir al imperialismo y sus mercenarios una derrota militar que sentó las bases para que Washington comenzara a madurar la idea de que, a partir del respaldo mayoritario con que contaba entre el cubano “de a pie”, militarmente se hacía difícil derrotar a la Revolución cubana y se necesitaba, por tanto, una fórmula que hiciera quebrar ese respaldo “desde dentro” de la Isla.
En fin, una opción de lo que hoy se conoce en los manuales de campaña
y otros documentos doctrinales de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos
como Guerra No Convencional.
Una Mangosta asesina
Es así que, aun sin reponerse de la contundente derrota en Playa Girón, el gobierno de Estados Unidos se dio a la tarea de fraguar un macabro plan de subversión interna, al que denominó con el siniestro nombre de “Operación Mangosta”, con el objetivo explícito de “lograr una revuelta interna en Cuba para octubre de 1962 y derrocar a la dictadura castrista”.
Unos meses antes, el 6 de junio del propio año 1962, al intervenir en un acto de graduación de cadetes en la Academia Militar de West Point, el entonces presidente John F. Kennedy aseguraba que estaba en ciernes “otro tipo de guerra […] que busca la victoria mediante la degradación y el agotamiento del enemigo en vez de enfrentarlo. Se aprovecha de los disturbios”.
Una Mangosta asesina
Es así que, aun sin reponerse de la contundente derrota en Playa Girón, el gobierno de Estados Unidos se dio a la tarea de fraguar un macabro plan de subversión interna, al que denominó con el siniestro nombre de “Operación Mangosta”, con el objetivo explícito de “lograr una revuelta interna en Cuba para octubre de 1962 y derrocar a la dictadura castrista”.
Unos meses antes, el 6 de junio del propio año 1962, al intervenir en un acto de graduación de cadetes en la Academia Militar de West Point, el entonces presidente John F. Kennedy aseguraba que estaba en ciernes “otro tipo de guerra […] que busca la victoria mediante la degradación y el agotamiento del enemigo en vez de enfrentarlo. Se aprovecha de los disturbios”.
Precisamente, un fragmento de esa intervención está incluido, a modo
de presentación, en la Circular de Entrenamiento 18-01 de las Fuerzas de
Operaciones Especiales del Ejército de los Estados Unidos, uno de los
documentos del gobierno norteamericano que recoge el procedimiento en
ese tipo de operaciones, elaborada por la Escuela y Centro de Guerra
Especial del Ejército de ese país, que en evidente reconocimiento a la
preponderancia dada en su tiempo a estas formas No Convencionales de
hacer colapsar gobiernos que fueran hostiles a los intereses
norteamericanos, lleva precisamente el nombre de John F. Kennedy.
Los documentos desclasificados por Estados Unidos sobre este engendro
diabólico, medio siglo después, constan de mil 520 páginas en las
cuales se describen cada una de las acciones previstas: […] “dificultar
todo transporte marítimo hacia Cuba; minar puertos cubanos; hacer
fracasar la cosecha de alimentos y azúcar quemando e infestando de
plagas; impedir ventas de níquel; generar acaparamientos y mercado
negro; fuga de capitales e inflación descontrolada; paros patronales y
despidos de trabajadores; atentados con bombas en lugares públicos y
ataques a plantas eléctricas”.
Paralelamente, se pretendía acusar a los propios revolucionarios
cubanos de atacar violentamente a la oposición y simular vuelos de
aviones "castristas" hundiendo balsas repletas de emigrantes en alta
mar, y todo ello con el deliberado propósito de lograr un levantamiento
popular que, ante más represión, solicitara entonces la intervención
directa de Estados Unidos.
La misma Mangosta
¿Será coincidencia que métodos similares se apliquen hoy contra la
Revolución bolivariana en Venezuela o es que se trata de la misma
Mangosta o del mismo criador?
Desde el 12 de febrero pasado, mientras sectores violentos en ese
país pretenden desestabilizar el orden interno y sembrar el terror, una
oposición apátrida busca perturbar la economía y quebrar en todo lo
posible la seguridad ciudadana, para culpar de ello al gobierno del
presidente Maduro.
Las analogías entre operaciones como Mangosta y los actuales procedimientos de “cambio de régimen”, que bajo el influjo renovado de la Guerra No Convencional se han utilizado contra Venezuela, resultan claras y rotundas.
Antes en Cuba como ahora contra Venezuela, el objetivo fue y es –siguiendo al pie de la letra la Circular de Entrenamiento 18-01– […] “posibilitar el desarrollo de un movimiento de resistencia o insurgencia, para coaccionar, alterar o derrocar a un gobierno, o a tomar el poder mediante el empleo de una fuerza de guerrilla, auxiliar y clandestina”.
Como aquella “Mangosta” con que se pretendió depredar a la Revolución cubana, esta que ahora amenaza a la Revolución bolivariana pretende –al dictado de la Circular de Entrenamiento 18-01– […] “atacar y degradar la moral del adversario, su cohesión organizacional y efectividad operacional, así como lograr distanciar al adversario de la población; degradar la habilidad de la nación anfitriona […] para proteger al poder y ejercer el control sobre la población; socavar el poder de un gobierno […] al divulgar que es incapaz de gobernar con efectividad”.
No caben dudas, esta Mangosta gringa que hoy pretende morder en Venezuela es aquella que se rompió los dientes en Cuba, o mejor dicho, la misma ¡a la que le rompimos los dientes en Cuba!
Esa que estallará también en Venezuela, cuando pruebe el sabor a pueblo de su Revolución.
Las analogías entre operaciones como Mangosta y los actuales procedimientos de “cambio de régimen”, que bajo el influjo renovado de la Guerra No Convencional se han utilizado contra Venezuela, resultan claras y rotundas.
Antes en Cuba como ahora contra Venezuela, el objetivo fue y es –siguiendo al pie de la letra la Circular de Entrenamiento 18-01– […] “posibilitar el desarrollo de un movimiento de resistencia o insurgencia, para coaccionar, alterar o derrocar a un gobierno, o a tomar el poder mediante el empleo de una fuerza de guerrilla, auxiliar y clandestina”.
Como aquella “Mangosta” con que se pretendió depredar a la Revolución cubana, esta que ahora amenaza a la Revolución bolivariana pretende –al dictado de la Circular de Entrenamiento 18-01– […] “atacar y degradar la moral del adversario, su cohesión organizacional y efectividad operacional, así como lograr distanciar al adversario de la población; degradar la habilidad de la nación anfitriona […] para proteger al poder y ejercer el control sobre la población; socavar el poder de un gobierno […] al divulgar que es incapaz de gobernar con efectividad”.
No caben dudas, esta Mangosta gringa que hoy pretende morder en Venezuela es aquella que se rompió los dientes en Cuba, o mejor dicho, la misma ¡a la que le rompimos los dientes en Cuba!
Esa que estallará también en Venezuela, cuando pruebe el sabor a pueblo de su Revolución.
*WIKIPEDIA:
La Operación Mangosta era el nombre clave de las operaciones encubiertas de la CIA contra Cuba ideado tras el fracaso de la invasión de Cuba en Bahía de Cochinos. La operación mangosta contaba con 32 tareas. 13 de ellas planeaban la guerra económica
ya en forma más estructurada y con parte importante de la codificación
que hasta hoy conserva. El jefe de la Operación Mangosta fue Edward Lansdale, quién diseñó el programa que conducía a la revuelta y al derrocamiento del régimen comunista cubano.
En ella aparecen ya las acciones para encarecer y dificultar el transporte marítimo hacia Cuba, para provocar fracasos en las cosechas de alimentos y para impedir las ventas de níquel, entre otras. Durante el período de vigencia del Plan Mangosta, en un lapso de unos 14 meses se registraron de ellas 716 sabotajes de envergadura contra objetivos económicos. Cuba luego accedió a la sugerencia de la Unión Soviética de emplazar cohetes atómicos en su territorio, lo que condujo a la Crisis de los misiles de Cuba en octubre de 1962, el momento álgido de la Guerra Fría.
En ella aparecen ya las acciones para encarecer y dificultar el transporte marítimo hacia Cuba, para provocar fracasos en las cosechas de alimentos y para impedir las ventas de níquel, entre otras. Durante el período de vigencia del Plan Mangosta, en un lapso de unos 14 meses se registraron de ellas 716 sabotajes de envergadura contra objetivos económicos. Cuba luego accedió a la sugerencia de la Unión Soviética de emplazar cohetes atómicos en su territorio, lo que condujo a la Crisis de los misiles de Cuba en octubre de 1962, el momento álgido de la Guerra Fría.
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