#Recomendado馃摑 ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA RELACI脫N ENTRE NEOLIBERALISMO, CAPITALISMO DE VIGILANCIA, FASCISMO, NEOFASCISMO, POSFASCISMO Y CIBERFASCISMO. Dr. Juan Eduardo Romero. Historiador/diputado

 #Recomendado馃摑

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA RELACI脫N ENTRE NEOLIBERALISMO, CAPITALISMO DE VIGILANCIA, FASCISMO, NEOFASCISMO, POSFASCISMO Y CIBERFASCISMO.

Un aspecto que merece nuestra especial atenci贸n, es el referido al denominado capitalismo de vigilancia y su relaci贸n con dos categor铆as adicionales: posfascismo y ciberfascimo.

El capitalismo de vigilancia, es un concepto desarrollado por la investigadora (Zuboff, 2020), que lo resume como un proceso evolutivo que producen cambios duraderos y sostenibles en la l贸gica de acumulaci贸n capitalista, que procede de la implementaci贸n de nuevos m茅todos de producci贸n y consumo, que eleven no s贸lo la generaci贸n de riqueza, sino que derivan en controles institucionales, a trav茅s de la informaci贸n sobre los procesos de cognici贸n profunda, que se adelantan mediante el uso de las herramientas que viene generando la 4ta revoluci贸n industrial. El capitalismo en esta fase, produce “mutaciones” que buscan monetizar cada “me gusta”, cada reproducci贸n de video, cada b煤squeda que se desarrolla mediante las herramientas tecnol贸gicas m谩s actuales. 

Hay, en este sentido, un nuevo “plusvalor”: las preferencias surgidas del an谩lisis de los algoritmos aplicados a la Big Data, que se nos presenta a trav茅s de las RRSS. Ese “plusvalor” es una apropiaci贸n silenciosa de nuestra preferencias. El Capitalismo de Vigilancia obtiene todo de nosotros (gustos, referencias, preferencias, repulsiones, intereses), mientras se mantiene “oculto” para la mayoria de la poblaci贸n, en cuanto al ¿Qu茅 hacer? Con esa informaci贸n obtenida. Todo esa inmensa data, en primera instanciaq fue empleada por empresas como Google (pionera en su aplicaci贸n), facebook o Apple, para lograr mejoras en el mercadeo y la producci贸n de ganancias, en la modificaci贸n de productos industriales, usando la informaci贸n recabada por las interacciones que los ciudadanos desarrollan al bajar (o instalar) las aplicaciones que se comercializan (Instagram, Tik Tok, X – antiguo Twitter- entre otras mas). Pero luego, ha pasado a constituirse en un poder mucho m谩s poderoso que lo conocido hasta ahora. Han terminado creado un “mundo paralelo”, un “nuevo orden tecnol贸gico”, en donde se pretende ya no s贸lo incidir sobre los patrones de consumo y la relaci贸n de generaci贸n de beneficios monetarios, sino que adem谩s, sobre el uso, control y dominio de esa Big data, inducir cambios actitudinales en el comp貌rtamiento y la percepci贸n de la realidad.

Se ha construido una operaci贸n, que cada vez m谩s ha quedado en evidencia, mediante la cu谩l estos actores corporativos, se han transformado en un Suprapoder, que comienza a “competir”, en t茅rminos de dominaci贸n y control, con los mecanismos coercitivos que caracterizan a los estados, como instrumentos de orden y obediencia. En palabras de (Zuboff, 2020:71): …“en general, el auge del capitalismo de la vigilancia traicion贸 las esperanzas y las expectativas de muchos netizens («ciudadanos de la red»), que cre铆an en la promesa de emancipaci贸n atribuida al nuevo h谩bitat interconectado en red”(subrayado nuestro)

El neoliberalismo alimenta al capitalismo de vigilancia, crea la situaci贸n adecuada para su desarrollo y aceptaci贸n, bajo la premisas de un mayor “impulso a la libertad”, mediante palabras claves como conectividad e internet abierta. El precio que debe “pagar el ciudadano de la red” por la accesibilidad a la informaci贸n y al uso de plataforma de informaci贸n, es muy alto. El mayor sacrificio es el de la “libertad” y esto resulta parad贸jico, pues uno de los elementos discursivos que m谩s impulsa el pensamiento neoliberal, es precisamente el que m谩s limitan: “la libertad colectiva”.

La construcci贸n de ese discurso, que adem谩s se vincula con el posfascismo , como un fen贸meno pol铆tico que tiene ra铆ces en sus antecesores epocales (el fascismo cl谩sico y el neofascismo), es de tal manipulaci贸n, que hace posible la inoculaci贸n de formas de “odio”, que se materializan en el concepto ya esbozado y explicado de sentimiento hostil. El posfascimo es una creaci贸n del nuevo tiempo geopol铆tico del Capitalismo especulativo y financiero, como sus antecesores es un engendro de las propias perversidades del sistema.

 Hay que entender, que el fascismo cl谩sico fue una reacci贸n a la crisis de funcionamiento de la sociedad decimon贸nica y de sus esquemas socio-productivos. La manera como se incubaron los rasgos caracter铆sticos del fascismo, tales como la violencia extrema, el odio a la diferencia (o irrespeto a la alteridad), la identificaci贸n de un “enemigo com煤n” al cu谩l proyectar todo el sentimiento hostil y la expresi贸n m谩s extrema (el instinto hostil), desde el cual se act煤a con total extremismo y coeerci贸n hacia el otro, fue trabajado progresivamente. El “odio” hacia los judios, que centraliza la acci贸n violenta del fascismo italiano y alem谩n, tuvo una sistem谩tica construcci贸n, que poco a poco, fue generando las condiciones que terminaron en los horribles cr铆menes cometidos en la 1era mitad del siglo XX.

Ahora bien, el fascismo cl谩sico e incluso, las expresiones del neofascismo surgidas inicialmente en la postguerra (1945-1990), asum铆an deliberadamente su car谩cxter violento. No lo ocultaban. Hab铆a una expresi贸n abierta, en t茅rminos discursivo y en la ejecuci贸n de una praxiolog铆a de la violencia f铆sica. De hecho, esas formas extremas de violencia, eran socialmente aceptadas y antopol贸gicamente reproducidas. Por eso, no hay humanidad en los actos que llevaron a asesinar amillones de judios, gitanos, comunistas en la II Gran Guerra, as铆 como tampoco en los asesinatos y desapariciones forzadas impulsadas por el neofascismo, en las Guerras de Independencia en Argelia o Indochina, mucho menos en las acciones represivas de la Guerra de Vietnam o Corea, o en las dictaduras del Cono Sur en las d茅cadas de los 70 y 80, igualmente en la violencia pol铆tica en Centroam茅rica. Fascismo y neofascismo tienen el mismo 谩rbol violento y no se muestran con arrepentimiento por ello.

Hay rasgos del fascismo (y neofascismo) que se mantienen en el posfascismo. Nos referimos esencialmente al denominado culto a tradiciones que no se adaptan necesariamente al entorno cultural propio. As铆, estas tres expresiones pol铆ticas (fascismo/neofascismo/posfascismo) se unen en un tronco com煤n, que busca identificar el hacer de la vida social, con tradiciones que responden a modelos no propios. Hitler, Mussolini, Franco, pero tambi茅n Somoza, Pinochet, Videla recurrian a ejemplos culturales provenientes de otras tradiciones, que pretend铆an ser impuestas. Lo mismo sucede con el posfascismo, su insistencia en la asimilaci贸n de los principios de la sociedad del espect谩culo , es una constante. Es ver a Javier Milei, Presidente de Argentina o Bukele, Presidente de El Salvador, construir su discurso pol铆tico a trav茅s del manejo de lo pol铆tico “como espect谩culo”, como un show de luces y colores, que sustituye el an谩lisis profundo, por lo aparente. Pero es tambi茅n entender el papel que Donald Trump juega en este momento, devenido en “l铆der mundial”, pero surgido de esa sociedad del espect谩culo, que lo impulsa.

Otro punto com煤n, es el impulso a la “irracionalidad”, asumida como un culto del “hacer por hacer”. La ausencia de una reflexi贸n, est谩 asociado a la alteraci贸n de los procesos neurol贸gicos de pensamiento cr铆tico. Las herramientas tecnol贸gicas impulsadas por la sociedad del espect谩culo, los diversos programas y apps, que sirven para todo (organizar la frecuencia de ejercicio, registrar la actividad cal贸rica, an谩lisis de gastos en tiempo real, conectividad y reacciones en RRSS), no hacen m谩s que sustituir procesos de interpretaci贸n, de desarrollo de habilidades del pensamiento, que nos permitian en otros momento, deternernos a analizar lo que pasa a nuestro alrededor. Ahora no, la velocidad no s贸lo esta en la transmisi贸n de los datos por dispositivos celulares. La velocidad est谩 en medio de la vida misma: debes pararte y acercarte de una vez a las RRSS, para “conectar” con el mundo. El etiquetado en redes, es solo una nueva forma de esclavitud, disfrazada de “libertad de conexi贸n e informaci贸n”. Oculta detr谩s de s铆, la dominaci贸n que ejerce pero sobre todo, nos oculta la profunda transformaci贸n que ejerce sobre nuestros patrones de conducta y comunicaci贸n.

El consumo es el nuevo “Dios”, y ese consumo, se nutre de la informaci贸n suministrada a trav茅s del an谩lisis de los algoritmos y el impacto que genera sobre los procesos cognitivos que se producen en la parte prefrontal del cerebro. Esta zona de nuestro cerebro concentra ciertas acciones que resultan vitales para el desarrollo permanente de un pensamiento cr铆tico y anal铆tico, nos referimos a procesos de toma de decisi贸n, evaluaci贸n de opciones y sus consecuencias, control de impulsos extremos (violencia, rabia, entre otros), regulaci贸n de emociones y comportamientos, an谩lisis de problemas y resoluci贸n l贸gica de los mismos.

 Cuando a trav茅s del impulso de los estudios, que resultan de la inmensa cantidad de datos apropiados por el “capitalismo de vigilancia”, se pasa a construir din谩micas donde la amalgama transdisciplinaria (inform谩tica, rob贸tica, ciencias duras, neurociencia, psicolog铆a del comportamiento, sociolog铆a pol铆tica, entre otras),que permite disponer de un “plan de acci贸n” especialmente estructurado, no s贸lo para lograr beneficios en t茅rminos de compra-venta, sino de modificiaciones conductuales, asistimos a una situaci贸n m谩s delicada y peligrosa.

 Es la aproximaci贸n concreta y real al ciberfascismo, que no es m谩s que el uso de las herramientas tecnol贸gicas, generadas por la ultima revoluci贸n industrial, para incidir sobre los comportamientos y actitudes de los ciudadanos. El ciberfascismo presenta algunas de las siguientes caracter铆sticas:

• Impulsa el autoritarismo digital, mediante el cual favorece la divulgaci贸n y reproducci贸n en RRSS de las ideas, actitudes, valores, preferencias, opiniones que sostienen una perspectiva excluyente del “otro”, que se asume extra帽o, deshumanizado y en la noci贸n de enemigo, que debe seer reducido o silenciado al m谩ximo.

• Discursos de odios y exclusi贸n; a trav茅s del cual crean una perspectiva 煤nica del endogrupo (con el cual generan coincidencias e identidades comunes) al mismo tiempo, que incentiva la hostilidad y la deshumanizaci贸n hacia quienes ubican en el exogrupo (ajenos a sus intereses). Mediante este discurso, producen miedo, que busca alcanzar un doble efecto: por un lado inmovilizar y por el otro, agrupar , en cualquier de las circunstancias la polarizaci贸n es su objetivo general.

• Estrategias de acoso y doxing: como parte del discurso de odio y complementario a ello, el ciberfascismo usa las redes sociales, para propiciar a trav茅s de las formas de interacci贸n que implementa (me gusta, bloqueo, denuncia, rerstricci贸n de acceso) un acoso a quienes no reproducen las ideas y contenidos que se comparten o con los cuales se identifican. Se complementa esa acci贸n con la publicaci贸n y divulgaci贸n de datos personales (familia, tel茅fonos, amigos, relaciones de trabajo) del “otro”, que es objeto de rechazo y animadversi贸n. Con ello, el proceso de amedrentamiento, de incentivo del “silencio” del otro, a trav茅s del bloqueo cognitivo producido por la amenaza o el acoso, es alcanzado y “reduce” la capacidad de ese “otro” para formular contra-argumentaciones a las ideas impulsadas por estas formas m谩s actuales de la violencia cl谩sica del fascismo.

• Desinformaci贸n y propaganda: el ciberfascismo, como hermana complementaria del posfascismo y basada en la aplicaci贸n m谩xima de las herramientas tecnol贸gicas de la 4ta revoluci贸n industrial, crean redes de transmisi贸n de videos, y otros elementos comunicativos, que siendo manipulados a trav茅s de IA o con base a las preferencias surgidas de la Big Data, procura “crear” marcos interpretativos, percepciones de lo vivido, que sirvan para ampliar la base de apoyo, en funci贸n de sus objetivos de control y dominio, imposici贸n y coacci贸n violenta. La reproducci贸n autom谩tica de las informaciones, mediante esas redes de comunicaci贸n, es la clave.

• Ataques que impulsan la “espiral de silencio”: el ataque a trav茅s de las redes, que se expresa a trav茅s de boicot o denuncia de contenidos, bloqueos o restricciones de transmisi贸n de informaci贸n o temas que son controlados mediante las herramientas de IA, es una manera de ejercicio de la violencia simb贸lica, que no es f铆sica (pero puede llegar a serlo). Es una violencia no kin茅sica (de contacto corporal), pero que plantea la profundizaci贸n del “instinto hostil”, es decir, de la decisi贸n de hacer da帽o, una decisi贸n que se impulsa inhibiendo los controles cognitivos que se desarrollan en la corteza prefrontal. Impedir que el ”otro” no solo transmita su parecer, sino que deje de usar la red social, construye la espiral del silencio. Eso invisibiliza “temas”, que el control de vigilancia que ejerce el ciberfascismo, hace m谩s factible la reproducci贸n de las matrices de informaci贸n que le interesa generar. As铆, las RRSS, en el caso venezolano, impulsan la “matriz” del fraude electoral y crea un incentivo para elevar, a trav茅s de la estimulaci贸n insistentemente repetida en los mensajes, en los reels, en las publicaciones, el “odio” al chavismo y todo lo que representa, que pasa a constituirse en la razon de mi desesperanza, de mi frustraci贸n. Se induce un “silencio”, que apoyado en los algoritmos manejados en la Red, no deja que se transmitan mensajes que “desmonten” esas matrices de odio.

• Consolidaci贸n de comunidades “cerradas”: por comunidades cerradas, debemos entender un espacio de encuentro, que al mismo tiempo es una consecuencia del “desencuentro”, es decir, permite – e impulsa y estimula- la reproducci贸n de los mensajes, de las creaciones y herramientas usadas a trav茅s de la Big data, con sus matrices de interpretaci贸n, pero solo para aquellos que “coinciden” en esos planes. Estos grupos, buscan entonces aumentar la “visibilidad” en las redes, logrando que el algorritmo reproduzca m谩s y m谩s el mensaje, pero al mismo tiempo, silencia y excluye aquellos que no reproducen. Termina cre谩ndose, en el marco de la “libre transmisi贸n y conectividad”, un espacio de “apartheid”, que es el comienzo de una operaci贸n simb贸lica, cuyo siguiente paso es la “eliminaci贸n” f铆sica. Se trata de un escalamiento cognitivo, que puede –y as铆 ocurre con el caso israel铆-palestino) terminar en una acci贸n de aniquilamiento f铆sico extremo.

• Exaltaci贸n a las acciones e impulsos violentos: como todo se encuentra vinculado a la “exposici贸n sensorial” impulsada desde las RRSS, el ciberfascismo, como expresi贸n digital del posfascismo, reproduce silenciosamente los comportamientos violentos, que son impulsados mediante la multiplicaci贸n de los mensajes, que construidos con la intencionalidad de interrumpir los procesos que en la corteza prefrontal deben establecer un “limite racional” a sentimientos de violencia, terminan generando el efecto contrario, es decir, se “glorifica” (mediante la reproducci贸n y el compartir de los mensajes, transmitidos a trav茅s de los grupos cerrados, pero que el algorritmo visibiliza m谩s) la violencia. No s茅 dice “abiertamente” que se apoya, pero la accesibilidad y la visibilizaci贸n que produce la Big Data, termina por transmitir tacitamente que ese comportamiento, no s贸lo debe ser aceptado sino emulado. Al final, se trata en el ciberfascismo de propiciar la “negaci贸n plausible”, eso es, yo no soy el culpable que la acci贸n violenta suceda, es solo un “producto” de interpretaciones “propias” de quien ve o reproduce los mensajes de incentivo a la violencia no kin茅sica (la tambi茅n la kin茅sica). Al final, esa exaltaci贸n de impulsos violentos, es una acci贸n complementaria a la incapacidad “inducida” para discernir lo cierto de lo falso, lo adecuado de lo inadecuado, lo tolerante de lo intolerante.

• Manipulaci贸n emocional: toda la esencia del capitalismo de vigilancia, en coincidencia perfecta con el posfascismo como base ideol贸gica, asi como con el ciberfascismo como elemento concreto para la acci贸n, se trata de una “gran manipulaci贸n”. El impulso de la simultaneidad, que propugna la sociedad 4.0, basado en el bombardeo constante y frecuente de informaci贸n vaciada y transmitida, procura generar la afectaci贸n de la percepci贸n, mediante un proceso catalizador de las emociones, pero no las amorosas, m谩s bien las relacionadas con el “cerebro reptil”: la rabia, la frustraci贸n. La operaci贸n tiene dos ejes b谩sicos: 1) la interrupci贸n de la cognici贸n compleja, esa que se debe dar a trav茅s del procesamiento cr铆tico, el contraste entre lo que leemos y lo que sabemos, en un proceso de tesis-antitesis, que deriva en una conclusi贸n y 2)el est铆mulo de las emociones basadas en la exaltaci贸n de lo hostil, que ha sido trabajado mediante un “bombardeo” constante, impulsado a trav茅s de los algoritmos, que silencian determinados temas pero visualizan otros, a partir de las “interacciones” establecidas en las RRSS. Esta 2da operaci贸n, se concentra en ir aumentando la progresividad del comportamiento que el “neofascismo”, a trav茅s de las herramientas del ciberfascismo busca. Se eleva la exposici贸n del “enemigo 煤nico”, #Recomendado馃摑


**ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA RELACI脫N ENTRE NEOLIBERALISMO, CAPITALISMO DE VIGILANCIA, FASCISMO, NEOFASCISMO, POSFASCISMO Y CIBERFASCISMO.**


Un aspecto que merece nuestra especial atenci贸n, es el referido al denominado capitalismo de vigilancia y su relaci贸n con dos categor铆as adicionales: posfascismo y ciberfascimo.

El capitalismo de vigilancia, es un concepto desarrollado por la investigadora  (Zuboff, 2020), que lo resume como un proceso evolutivo que producen cambios duraderos y sostenibles en la l贸gica de acumulaci贸n capitalista, que procede de la implementaci贸n de nuevos m茅todos de producci贸n y consumo, que eleven no s贸lo la generaci贸n de riqueza, sino que derivan en controles institucionales, a trav茅s de la informaci贸n sobre los procesos de cognici贸n profunda, que se adelantan mediante el uso de las herramientas que viene generando la 4ta revoluci贸n industrial. El capitalismo en esta fase, produce “mutaciones” que buscan monetizar cada “me gusta”, cada reproducci贸n de video, cada b煤squeda que se desarrolla mediante las herramientas tecnol贸gicas m谩s actuales. 

Hay, en este sentido, un nuevo “plusvalor”: las preferencias surgidas del an谩lisis de los algoritmos aplicados a la Big Data, que se nos presenta a trav茅s de las RRSS. Ese “plusvalor” es una apropiaci贸n silenciosa de nuestra preferencias. El Capitalismo de Vigilancia obtiene todo de nosotros (gustos, referencias, preferencias, repulsiones, intereses), mientras se mantiene “oculto” para la mayoria de la poblaci贸n, en cuanto al ¿Qu茅 hacer? Con esa informaci贸n obtenida. Todo esa inmensa data, en primera instanciaq fue empleada por empresas como Google (pionera en su aplicaci贸n), facebook o Apple, para lograr mejoras en el mercadeo y la producci贸n de ganancias, en la modificaci贸n de productos industriales, usando la informaci贸n recabada por las interacciones que los ciudadanos desarrollan al bajar (o instalar) las aplicaciones que se comercializan (Instagram, Tik Tok, X – antiguo Twitter- entre otras mas). Pero luego, ha pasado a constituirse en un poder mucho m谩s poderoso que lo conocido hasta ahora. Han terminado creado un “mundo paralelo”, un “nuevo orden tecnol贸gico”, en donde se pretende ya no s贸lo incidir sobre los patrones de consumo y la relaci贸n de generaci贸n de beneficios monetarios, sino que adem谩s, sobre el uso, control y dominio de esa Big data, inducir cambios actitudinales en el comp貌rtamiento y la percepci贸n de la realidad.

Se ha construido una operaci贸n, que cada vez m谩s ha quedado en evidencia, mediante la cu谩l estos actores corporativos, se han transformado en un Suprapoder, que comienza a “competir”, en t茅rminos de dominaci贸n y control, con los mecanismos coercitivos que caracterizan a los estados, como instrumentos de orden y obediencia. En palabras de  (Zuboff, 2020:71): …“en general, el auge del capitalismo de la vigilancia traicion贸 las esperanzas y las expectativas de muchos netizens («ciudadanos de la red»), que cre铆an en la promesa de emancipaci贸n atribuida al nuevo h谩bitat interconectado en red”(subrayado nuestro)

El neoliberalismo alimenta al capitalismo de vigilancia, crea la situaci贸n adecuada para su desarrollo y aceptaci贸n, bajo la premisas de un mayor “impulso a la libertad”, mediante palabras claves como conectividad e internet abierta. El precio que debe “pagar el ciudadano de la red” por la accesibilidad a la informaci贸n y al uso de plataforma de informaci贸n, es muy alto. El mayor sacrificio es el de la “libertad” y esto resulta parad贸jico, pues uno de los elementos discursivos que m谩s impulsa el pensamiento neoliberal, es precisamente el que m谩s limitan: “la libertad colectiva”.

La construcci贸n de ese discurso, que adem谩s se vincula con el posfascismo , como un fen贸meno pol铆tico que tiene ra铆ces en sus antecesores epocales (el fascismo cl谩sico y el neofascismo), es de tal manipulaci贸n, que hace posible la inoculaci贸n de formas de “odio”, que se materializan en el concepto ya esbozado y explicado de sentimiento hostil. El posfascimo es una creaci贸n del nuevo tiempo geopol铆tico del Capitalismo especulativo y financiero, como sus antecesores es un engendro de las propias perversidades del sistema.

 Hay que entender, que el fascismo cl谩sico fue una reacci贸n a la crisis de funcionamiento de la sociedad decimon贸nica y de sus esquemas socio-productivos. La manera como se incubaron los rasgos caracter铆sticos del fascismo, tales como la violencia extrema, el odio a la diferencia (o irrespeto a la alteridad), la identificaci贸n de un “enemigo com煤n” al cu谩l proyectar todo el sentimiento hostil y la expresi贸n m谩s extrema (el instinto hostil), desde el cual se act煤a con total extremismo y coeerci贸n hacia el otro, fue trabajado progresivamente. El “odio” hacia los judios, que centraliza la acci贸n violenta del fascismo italiano y alem谩n, tuvo una sistem谩tica construcci贸n, que poco a poco, fue generando las condiciones que terminaron en los horribles cr铆menes cometidos en la 1era mitad del siglo XX.

Ahora bien, el fascismo cl谩sico e incluso, las expresiones del neofascismo surgidas inicialmente en la postguerra (1945-1990), asum铆an deliberadamente su car谩cxter violento. No lo ocultaban. Hab铆a una expresi贸n abierta, en t茅rminos discursivo y en la ejecuci贸n de una praxiolog铆a de la violencia f铆sica. De hecho, esas formas extremas de violencia, eran socialmente aceptadas y antopol贸gicamente reproducidas. Por eso, no hay humanidad en los actos que llevaron a asesinar amillones de judios, gitanos, comunistas en la II Gran Guerra, as铆 como tampoco en los asesinatos y desapariciones forzadas impulsadas por el neofascismo, en las Guerras de Independencia en Argelia o Indochina, mucho menos en las acciones represivas de la Guerra de Vietnam o Corea, o en las dictaduras del Cono Sur en las d茅cadas de los 70 y 80, igualmente en la violencia pol铆tica en Centroam茅rica. Fascismo y neofascismo tienen el mismo 谩rbol violento y no se muestran con arrepentimiento por ello.

Hay rasgos del fascismo (y neofascismo) que se mantienen en el posfascismo. Nos referimos esencialmente al denominado culto a tradiciones que no se adaptan necesariamente al entorno cultural propio. As铆, estas tres expresiones pol铆ticas (fascismo/neofascismo/posfascismo) se unen en un tronco com煤n, que busca identificar el hacer de la vida social, con tradiciones que responden a modelos no propios. Hitler, Mussolini, Franco, pero tambi茅n Somoza, Pinochet, Videla recurrian a ejemplos culturales provenientes de otras tradiciones, que pretend铆an ser impuestas. Lo mismo sucede con el posfascismo, su insistencia en la asimilaci贸n de los principios de la sociedad del espect谩culo , es una constante. Es ver a Javier Milei, Presidente de Argentina o Bukele, Presidente de El Salvador, construir su discurso pol铆tico a trav茅s del manejo de lo pol铆tico “como espect谩culo”, como un show de luces y colores, que sustituye el an谩lisis profundo, por lo aparente. Pero es tambi茅n entender el papel que Donald Trump juega en este momento, devenido en “l铆der mundial”, pero surgido de esa sociedad del espect谩culo, que lo impulsa.

Otro punto com煤n, es el impulso a la “irracionalidad”, asumida como un culto del “hacer por hacer”. La ausencia de una reflexi贸n, est谩 asociado a la alteraci贸n de los procesos neurol贸gicos de pensamiento cr铆tico. Las herramientas tecnol贸gicas impulsadas por la sociedad del espect谩culo, los diversos programas y apps, que sirven para todo (organizar la frecuencia de ejercicio, registrar la actividad cal贸rica, an谩lisis de gastos en tiempo real, conectividad y reacciones en RRSS), no hacen m谩s que sustituir procesos de interpretaci贸n, de desarrollo de habilidades del pensamiento, que nos permitian en otros momento, deternernos a analizar lo que pasa a nuestro alrededor. Ahora no, la velocidad no s贸lo esta en la transmisi贸n de los datos por dispositivos celulares. La velocidad est谩 en medio de la vida misma: debes pararte y acercarte de una vez a las RRSS, para “conectar” con el mundo. El etiquetado en redes, es solo una nueva forma de esclavitud, disfrazada de “libertad de conexi贸n e informaci贸n”. Oculta detr谩s de s铆, la dominaci贸n que ejerce pero sobre todo, nos oculta la profunda transformaci贸n que ejerce sobre nuestros patrones de conducta y comunicaci贸n.

El consumo es el nuevo “Dios”, y ese consumo, se nutre de la informaci贸n suministrada a trav茅s del an谩lisis de los algoritmos y el impacto que genera sobre los procesos cognitivos que se producen en la parte prefrontal del cerebro. Esta zona de nuestro cerebro concentra ciertas acciones que resultan vitales para el desarrollo permanente de un pensamiento cr铆tico y anal铆tico, nos referimos a procesos de toma de decisi贸n, evaluaci贸n de opciones y sus consecuencias, control de impulsos extremos (violencia, rabia, entre otros), regulaci贸n de emociones y comportamientos, an谩lisis de problemas y resoluci贸n l贸gica de los mismos.

 Cuando a trav茅s del impulso de los estudios, que resultan de la inmensa cantidad de datos apropiados por el “capitalismo de vigilancia”, se pasa a construir din谩micas donde la amalgama transdisciplinaria (inform谩tica, rob贸tica, ciencias duras, neurociencia, psicolog铆a del comportamiento, sociolog铆a pol铆tica, entre otras),que permite disponer de un “plan de acci贸n” especialmente estructurado, no s贸lo para lograr beneficios en t茅rminos de compra-venta, sino de modificiaciones conductuales, asistimos a una situaci贸n m谩s delicada y peligrosa.

 Es la aproximaci贸n concreta y real al ciberfascismo, que no es m谩s que el uso de las herramientas tecnol贸gicas, generadas por la ultima revoluci贸n industrial, para incidir sobre los comportamientos y actitudes de los ciudadanos. El ciberfascismo presenta algunas de las siguientes caracter铆sticas:

Impulsa el autoritarismo digital, mediante el cual favorece la divulgaci贸n y reproducci贸n en RRSS de las ideas, actitudes, valores, preferencias, opiniones que sostienen una perspectiva excluyente del “otro”, que se asume extra帽o, deshumanizado y en la noci贸n de enemigo, que debe seer reducido o silenciado al m谩ximo.

Discursos de odios y exclusi贸n; a trav茅s del cual crean una perspectiva 煤nica del endogrupo (con el cual generan coincidencias e identidades comunes) al mismo tiempo, que incentiva la hostilidad y la deshumanizaci贸n hacia quienes ubican en el exogrupo (ajenos a sus intereses). Mediante este discurso, producen miedo, que busca alcanzar un doble efecto: por un lado inmovilizar y por el otro, agrupar , en cualquier de las circunstancias la polarizaci贸n es su objetivo general.

Estrategias de acoso y doxing: como parte del discurso de odio y complementario a ello, el ciberfascismo usa las redes sociales, para propiciar a trav茅s de las formas de interacci贸n que implementa (me gusta, bloqueo, denuncia, rerstricci贸n de acceso) un acoso a quienes no reproducen las ideas y contenidos que se comparten o con los cuales se identifican. Se complementa esa acci贸n con la publicaci贸n y divulgaci贸n de datos personales (familia, tel茅fonos, amigos, relaciones de trabajo) del “otro”, que es objeto de rechazo y animadversi贸n. Con ello, el proceso de amedrentamiento, de incentivo del “silencio” del otro, a trav茅s del bloqueo cognitivo producido por la amenaza o el acoso, es alcanzado y “reduce” la capacidad de ese “otro” para formular contra-argumentaciones a las ideas impulsadas por estas formas m谩s actuales de la violencia cl谩sica del fascismo.

Desinformaci贸n y propaganda: el ciberfascismo, como hermana complementaria del posfascismo y basada en la aplicaci贸n m谩xima de las herramientas tecnol贸gicas de la 4ta revoluci贸n industrial, crean redes de transmisi贸n de videos, y otros elementos comunicativos, que siendo manipulados a trav茅s de IA o con base a las preferencias surgidas de la Big Data, procura “crear” marcos interpretativos, percepciones de lo vivido, que sirvan para ampliar la base de apoyo, en funci贸n de sus objetivos de control y dominio, imposici贸n y coacci贸n violenta. La reproducci贸n autom谩tica de las informaciones, mediante esas redes de comunicaci贸n, es la clave.

Ataques que impulsan la “espiral de silencio”: el ataque a trav茅s de las redes, que se expresa a trav茅s de boicot o denuncia de contenidos, bloqueos o restricciones de transmisi贸n de informaci贸n o temas que son controlados mediante las herramientas de IA, es una manera de ejercicio de la violencia simb贸lica, que no es f铆sica (pero puede llegar a serlo). Es una violencia no kin茅sica (de contacto corporal), pero que plantea la profundizaci贸n del “instinto hostil”, es decir, de la decisi贸n de hacer da帽o, una decisi贸n que se impulsa inhibiendo los controles cognitivos que se desarrollan en la corteza prefrontal. Impedir que el ”otro” no solo transmita su parecer, sino que deje de usar la red social, construye la espiral del silencio. Eso invisibiliza “temas”, que el control de vigilancia que ejerce el ciberfascismo, hace m谩s factible la reproducci贸n de las matrices de informaci贸n que le interesa generar. As铆, las RRSS, en el caso venezolano, impulsan la “matriz” del fraude electoral y crea un incentivo para elevar, a trav茅s de la estimulaci贸n insistentemente repetida en los mensajes, en los reels, en las publicaciones, el “odio” al chavismo y todo lo que representa, que pasa a constituirse en la razon de mi desesperanza, de mi frustraci贸n. Se induce un “silencio”, que apoyado en los algoritmos manejados en la Red, no deja que se transmitan mensajes que “desmonten” esas matrices de odio.

Consolidaci贸n de comunidades “cerradas”: por comunidades cerradas, debemos entender un espacio de encuentro, que al mismo tiempo es una consecuencia del “desencuentro”, es decir, permite – e impulsa y estimula- la reproducci贸n de los mensajes, de las creaciones y herramientas usadas a trav茅s de la Big data, con sus matrices de interpretaci贸n, pero solo para aquellos que “coinciden” en esos planes. Estos grupos, buscan entonces aumentar la “visibilidad” en las redes, logrando que el algorritmo reproduzca m谩s y m谩s el mensaje, pero al mismo tiempo, silencia y excluye aquellos que no reproducen. Termina cre谩ndose, en el marco de la “libre transmisi贸n y conectividad”, un espacio de “apartheid”, que es el comienzo de una operaci贸n simb贸lica, cuyo siguiente paso es la “eliminaci贸n” f铆sica. Se trata de un escalamiento cognitivo, que puede –y as铆 ocurre con el caso israel铆-palestino) terminar en una acci贸n de aniquilamiento f铆sico extremo.

Exaltaci贸n a las acciones e impulsos violentos: como todo se encuentra vinculado a la “exposici贸n sensorial” impulsada desde las RRSS, el ciberfascismo, como expresi贸n digital del posfascismo, reproduce silenciosamente los comportamientos violentos, que son impulsados mediante la multiplicaci贸n de los mensajes, que construidos con la intencionalidad de interrumpir los procesos que en la corteza prefrontal deben establecer un “limite racional” a sentimientos de violencia, terminan generando el efecto contrario, es decir, se “glorifica” (mediante la reproducci贸n y el compartir de los mensajes, transmitidos a trav茅s de los grupos cerrados, pero que el algorritmo visibiliza m谩s) la violencia. No s茅 dice “abiertamente” que se apoya, pero la accesibilidad y la visibilizaci贸n que produce la Big Data, termina por transmitir tacitamente que ese comportamiento, no s贸lo debe ser aceptado sino emulado. Al final, se trata en el ciberfascismo de propiciar la “negaci贸n plausible”, eso es, yo no soy el culpable que la acci贸n violenta suceda, es solo un “producto” de interpretaciones “propias” de quien ve o reproduce los mensajes de incentivo a la violencia no kin茅sica (la tambi茅n la kin茅sica). Al final, esa exaltaci贸n de impulsos violentos, es una acci贸n complementaria a la incapacidad “inducida” para discernir lo cierto de lo falso, lo adecuado de lo inadecuado, lo tolerante de lo intolerante.

Manipulaci贸n emocional: toda la esencia del capitalismo de vigilancia, en coincidencia perfecta con el posfascismo como base ideol贸gica, asi como con el ciberfascismo como elemento concreto para la acci贸n, se trata de una “gran manipulaci贸n”. El impulso de la simultaneidad, que propugna la sociedad 4.0, basado en el bombardeo constante y frecuente de informaci贸n vaciada y transmitida, procura generar la afectaci贸n de la percepci贸n, mediante un proceso catalizador de las emociones, pero no las amorosas, m谩s bien las relacionadas con el “cerebro reptil”: la rabia, la frustraci贸n. La operaci贸n tiene dos ejes b谩sicos: 1) la interrupci贸n de la cognici贸n compleja, esa que se debe dar a trav茅s del procesamiento cr铆tico, el contraste entre lo que leemos y lo que sabemos, en un proceso de tesis-antitesis, que deriva en una conclusi贸n y 2)el est铆mulo de las emociones basadas en la exaltaci贸n de lo hostil, que ha sido trabajado mediante un “bombardeo” constante, impulsado a trav茅s de los algoritmos, que silencian determinados temas pero visualizan otros, a partir de las “interacciones” establecidas en las RRSS. Esta 2da operaci贸n, se concentra en ir aumentando la progresividad del #Recomendado馃摑


**ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA RELACI脫N ENTRE NEOLIBERALISMO, CAPITALISMO DE VIGILANCIA, FASCISMO, NEOFASCISMO, POSFASCISMO Y CIBERFASCISMO.**


Un aspecto que merece nuestra especial atenci贸n, es el referido al denominado capitalismo de vigilancia y su relaci贸n con dos categor铆as adicionales: posfascismo y ciberfascimo.

El capitalismo de vigilancia, es un concepto desarrollado por la investigadora  (Zuboff, 2020), que lo resume como un proceso evolutivo que producen cambios duraderos y sostenibles en la l贸gica de acumulaci贸n capitalista, que procede de la implementaci贸n de nuevos m茅todos de producci贸n y consumo, que eleven no s贸lo la generaci贸n de riqueza, sino que derivan en controles institucionales, a trav茅s de la informaci贸n sobre los procesos de cognici贸n profunda, que se adelantan mediante el uso de las herramientas que viene generando la 4ta revoluci贸n industrial. El capitalismo en esta fase, produce “mutaciones” que buscan monetizar cada “me gusta”, cada reproducci贸n de video, cada b煤squeda que se desarrolla mediante las herramientas tecnol贸gicas m谩s actuales. 

Hay, en este sentido, un nuevo “plusvalor”: las preferencias surgidas del an谩lisis de los algoritmos aplicados a la Big Data, que se nos presenta a trav茅s de las RRSS. Ese “plusvalor” es una apropiaci贸n silenciosa de nuestra preferencias. El Capitalismo de Vigilancia obtiene todo de nosotros (gustos, referencias, preferencias, repulsiones, intereses), mientras se mantiene “oculto” para la mayoria de la poblaci贸n, en cuanto al ¿Qu茅 hacer? Con esa informaci贸n obtenida. Todo esa inmensa data, en primera instanciaq fue empleada por empresas como Google (pionera en su aplicaci贸n), facebook o Apple, para lograr mejoras en el mercadeo y la producci贸n de ganancias, en la modificaci贸n de productos industriales, usando la informaci贸n recabada por las interacciones que los ciudadanos desarrollan al bajar (o instalar) las aplicaciones que se comercializan (Instagram, Tik Tok, X – antiguo Twitter- entre otras mas). Pero luego, ha pasado a constituirse en un poder mucho m谩s poderoso que lo conocido hasta ahora. Han terminado creado un “mundo paralelo”, un “nuevo orden tecnol贸gico”, en donde se pretende ya no s贸lo incidir sobre los patrones de consumo y la relaci贸n de generaci贸n de beneficios monetarios, sino que adem谩s, sobre el uso, control y dominio de esa Big data, inducir cambios actitudinales en el comp貌rtamiento y la percepci贸n de la realidad.

Se ha construido una operaci贸n, que cada vez m谩s ha quedado en evidencia, mediante la cu谩l estos actores corporativos, se han transformado en un Suprapoder, que comienza a “competir”, en t茅rminos de dominaci贸n y control, con los mecanismos coercitivos que caracterizan a los estados, como instrumentos de orden y obediencia. En palabras de  (Zuboff, 2020:71): …“en general, el auge del capitalismo de la vigilancia traicion贸 las esperanzas y las expectativas de muchos netizens («ciudadanos de la red»), que cre铆an en la promesa de emancipaci贸n atribuida al nuevo h谩bitat interconectado en red”(subrayado nuestro)

El neoliberalismo alimenta al capitalismo de vigilancia, crea la situaci贸n adecuada para su desarrollo y aceptaci贸n, bajo la premisas de un mayor “impulso a la libertad”, mediante palabras claves como conectividad e internet abierta. El precio que debe “pagar el ciudadano de la red” por la accesibilidad a la informaci贸n y al uso de plataforma de informaci贸n, es muy alto. El mayor sacrificio es el de la “libertad” y esto resulta parad贸jico, pues uno de los elementos discursivos que m谩s impulsa el pensamiento neoliberal, es precisamente el que m谩s limitan: “la libertad colectiva”.

La construcci贸n de ese discurso, que adem谩s se vincula con el posfascismo , como un fen贸meno pol铆tico que tiene ra铆ces en sus antecesores epocales (el fascismo cl谩sico y el neofascismo), es de tal manipulaci贸n, que hace posible la inoculaci贸n de formas de “odio”, que se materializan en el concepto ya esbozado y explicado de sentimiento hostil. El posfascimo es una creaci贸n del nuevo tiempo geopol铆tico del Capitalismo especulativo y financiero, como sus antecesores es un engendro de las propias perversidades del sistema.

 Hay que entender, que el fascismo cl谩sico fue una reacci贸n a la crisis de funcionamiento de la sociedad decimon贸nica y de sus esquemas socio-productivos. La manera como se incubaron los rasgos caracter铆sticos del fascismo, tales como la violencia extrema, el odio a la diferencia (o irrespeto a la alteridad), la identificaci贸n de un “enemigo com煤n” al cu谩l proyectar todo el sentimiento hostil y la expresi贸n m谩s extrema (el instinto hostil), desde el cual se act煤a con total extremismo y coeerci贸n hacia el otro, fue trabajado progresivamente. El “odio” hacia los judios, que centraliza la acci贸n violenta del fascismo italiano y alem谩n, tuvo una sistem谩tica construcci贸n, que poco a poco, fue generando las condiciones que terminaron en los horribles cr铆menes cometidos en la 1era mitad del siglo XX.

Ahora bien, el fascismo cl谩sico e incluso, las expresiones del neofascismo surgidas inicialmente en la postguerra (1945-1990), asum铆an deliberadamente su car谩cxter violento. No lo ocultaban. Hab铆a una expresi贸n abierta, en t茅rminos discursivo y en la ejecuci贸n de una praxiolog铆a de la violencia f铆sica. De hecho, esas formas extremas de violencia, eran socialmente aceptadas y antopol贸gicamente reproducidas. Por eso, no hay humanidad en los actos que llevaron a asesinar amillones de judios, gitanos, comunistas en la II Gran Guerra, as铆 como tampoco en los asesinatos y desapariciones forzadas impulsadas por el neofascismo, en las Guerras de Independencia en Argelia o Indochina, mucho menos en las acciones represivas de la Guerra de Vietnam o Corea, o en las dictaduras del Cono Sur en las d茅cadas de los 70 y 80, igualmente en la violencia pol铆tica en Centroam茅rica. Fascismo y neofascismo tienen el mismo 谩rbol violento y no se muestran con arrepentimiento por ello.

Hay rasgos del fascismo (y neofascismo) que se mantienen en el posfascismo. Nos referimos esencialmente al denominado culto a tradiciones que no se adaptan necesariamente al entorno cultural propio. As铆, estas tres expresiones pol铆ticas (fascismo/neofascismo/posfascismo) se unen en un tronco com煤n, que busca identificar el hacer de la vida social, con tradiciones que responden a modelos no propios. Hitler, Mussolini, Franco, pero tambi茅n Somoza, Pinochet, Videla recurrian a ejemplos culturales provenientes de otras tradiciones, que pretend铆an ser impuestas. Lo mismo sucede con el posfascismo, su insistencia en la asimilaci贸n de los principios de la sociedad del espect谩culo , es una constante. Es ver a Javier Milei, Presidente de Argentina o Bukele, Presidente de El Salvador, construir su discurso pol铆tico a trav茅s del manejo de lo pol铆tico “como espect谩culo”, como un show de luces y colores, que sustituye el an谩lisis profundo, por lo aparente. Pero es tambi茅n entender el papel que Donald Trump juega en este momento, devenido en “l铆der mundial”, pero surgido de esa sociedad del espect谩culo, que lo impulsa.

Otro punto com煤n, es el impulso a la “irracionalidad”, asumida como un culto del “hacer por hacer”. La ausencia de una reflexi贸n, est谩 asociado a la alteraci贸n de los procesos neurol贸gicos de pensamiento cr铆tico. Las herramientas tecnol贸gicas impulsadas por la sociedad del espect谩culo, los diversos programas y apps, que sirven para todo (organizar la frecuencia de ejercicio, registrar la actividad cal贸rica, an谩lisis de gastos en tiempo real, conectividad y reacciones en RRSS), no hacen m谩s que sustituir procesos de interpretaci贸n, de desarrollo de habilidades del pensamiento, que nos permitian en otros momento, deternernos a analizar lo que pasa a nuestro alrededor. Ahora no, la velocidad no s贸lo esta en la transmisi贸n de los datos por dispositivos celulares. La velocidad est谩 en medio de la vida misma: debes pararte y acercarte de una vez a las RRSS, para “conectar” con el mundo. El etiquetado en redes, es solo una nueva forma de esclavitud, disfrazada de “libertad de conexi贸n e informaci贸n”. Oculta detr谩s de s铆, la dominaci贸n que ejerce pero sobre todo, nos oculta la profunda transformaci贸n que ejerce sobre nuestros patrones de conducta y comunicaci贸n.

El consumo es el nuevo “Dios”, y ese consumo, se nutre de la informaci贸n suministrada a trav茅s del an谩lisis de los algoritmos y el impacto que genera sobre los procesos cognitivos que se producen en la parte prefrontal del cerebro. Esta zona de nuestro cerebro concentra ciertas acciones que resultan vitales para el desarrollo permanente de un pensamiento cr铆tico y anal铆tico, nos referimos a procesos de toma de decisi贸n, evaluaci贸n de opciones y sus consecuencias, control de impulsos extremos (violencia, rabia, entre otros), regulaci贸n de emociones y comportamientos, an谩lisis de problemas y resoluci贸n l贸gica de los mismos.

 Cuando a trav茅s del impulso de los estudios, que resultan de la inmensa cantidad de datos apropiados por el “capitalismo de vigilancia”, se pasa a construir din谩micas donde la amalgama transdisciplinaria (inform谩tica, rob贸tica, ciencias duras, neurociencia, psicolog铆a del comportamiento, sociolog铆a pol铆tica, entre otras),que permite disponer de un “plan de acci贸n” especialmente estructurado, no s贸lo para lograr beneficios en t茅rminos de compra-venta, sino de modificiaciones conductuales, asistimos a una situaci贸n m谩s delicada y peligrosa.

 Es la aproximaci贸n concreta y real al ciberfascismo, que no es m谩s que el uso de las herramientas tecnol贸gicas, generadas por la ultima revoluci贸n industrial, para incidir sobre los comportamientos y actitudes de los ciudadanos. El ciberfascismo presenta algunas de las siguientes caracter铆sticas:

Impulsa el autoritarismo digital, mediante el cual favorece la divulgaci贸n y reproducci贸n en RRSS de las ideas, actitudes, valores, preferencias, opiniones que sostienen una perspectiva excluyente del “otro”, que se asume extra帽o, deshumanizado y en la noci贸n de enemigo, que debe seer reducido o silenciado al m谩ximo.

Discursos de odios y exclusi贸n; a trav茅s del cual crean una perspectiva 煤nica del endogrupo (con el cual generan coincidencias e identidades comunes) al mismo tiempo, que incentiva la hostilidad y la deshumanizaci贸n hacia quienes ubican en el exogrupo (ajenos a sus intereses). Mediante este discurso, producen miedo, que busca alcanzar un doble efecto: por un lado inmovilizar y por el otro, agrupar , en cualquier de las circunstancias la polarizaci贸n es su objetivo general.

Estrategias de acoso y doxing: como parte del discurso de odio y complementario a ello, el ciberfascismo usa las redes sociales, para propiciar a trav茅s de las formas de interacci贸n que implementa (me gusta, bloqueo, denuncia, rerstricci贸n de acceso) un acoso a quienes no reproducen las ideas y contenidos que se comparten o con los cuales se identifican. Se complementa esa acci贸n con la publicaci贸n y divulgaci贸n de datos personales (familia, tel茅fonos, amigos, relaciones de trabajo) del “otro”, que es objeto de rechazo y animadversi贸n. Con ello, el proceso de amedrentamiento, de incentivo del “silencio” del otro, a trav茅s del bloqueo cognitivo producido por la amenaza o el acoso, es alcanzado y “reduce” la capacidad de ese “otro” para formular contra-argumentaciones a las ideas impulsadas por estas formas m谩s actuales de la violencia cl谩sica del fascismo.

Desinformaci贸n y propaganda: el ciberfascismo, como hermana complementaria del posfascismo y basada en la aplicaci贸n m谩xima de las herramientas tecnol贸gicas de la 4ta revoluci贸n industrial, crean redes de transmisi贸n de videos, y otros elementos comunicativos, que siendo manipulados a trav茅s de IA o con base a las preferencias surgidas de la Big Data, procura “crear” marcos interpretativos, percepciones de lo vivido, que sirvan para ampliar la base de apoyo, en funci贸n de sus objetivos de control y dominio, imposici贸n y coacci贸n violenta. La reproducci贸n autom谩tica de las informaciones, mediante esas redes de comunicaci贸n, es la clave.

Ataques que impulsan la “espiral de silencio”: el ataque a trav茅s de las redes, que se expresa a trav茅s de boicot o denuncia de contenidos, bloqueos o restricciones de transmisi贸n de informaci贸n o temas que son controlados mediante las herramientas de IA, es una manera de ejercicio de la violencia simb贸lica, que no es f铆sica (pero puede llegar a serlo). Es una violencia no kin茅sica (de contacto corporal), pero que plantea la profundizaci贸n del “instinto hostil”, es decir, de la decisi贸n de hacer da帽o, una decisi贸n que se impulsa inhibiendo los controles cognitivos que se desarrollan en la corteza prefrontal. Impedir que el ”otro” no solo transmita su parecer, sino que deje de usar la red social, construye la espiral del silencio. Eso invisibiliza “temas”, que el control de vigilancia que ejerce el ciberfascismo, hace m谩s factible la reproducci贸n de las matrices de informaci贸n que le interesa generar. As铆, las RRSS, en el caso venezolano, impulsan la “matriz” del fraude electoral y crea un incentivo para elevar, a trav茅s de la estimulaci贸n insistentemente repetida en los mensajes, en los reels, en las publicaciones, el “odio” al chavismo y todo lo que representa, que pasa a constituirse en la razon de mi desesperanza, de mi frustraci贸n. Se induce un “silencio”, que apoyado en los algoritmos manejados en la Red, no deja que se transmitan mensajes que “desmonten” esas matrices de odio.

Consolidaci贸n de comunidades “cerradas”: por comunidades cerradas, debemos entender un espacio de encuentro, que al mismo tiempo es una consecuencia del “desencuentro”, es decir, permite – e impulsa y estimula- la reproducci贸n de los mensajes, de las creaciones y herramientas usadas a trav茅s de la Big data, con sus matrices de interpretaci贸n, pero solo para aquellos que “coinciden” en esos planes. Estos grupos, buscan entonces aumentar la “visibilidad” en las redes, logrando que el algorritmo reproduzca m谩s y m谩s el mensaje, pero al mismo tiempo, silencia y excluye aquellos que no reproducen. Termina cre谩ndose, en el marco de la “libre transmisi贸n y conectividad”, un espacio de “apartheid”, que es el comienzo de una operaci贸n simb贸lica, cuyo siguiente paso es la “eliminaci贸n” f铆sica. Se trata de un escalamiento cognitivo, que puede –y as铆 ocurre con el caso israel铆-palestino) terminar en una acci贸n de aniquilamiento f铆sico extremo.

Exaltaci贸n a las acciones e impulsos violentos: como todo se encuentra vinculado a la “exposici贸n sensorial” impulsada desde las RRSS, el ciberfascismo, como expresi贸n digital del posfascismo, reproduce silenciosamente los comportamientos violentos, que son impulsados mediante la multiplicaci贸n de los mensajes, que construidos con la intencionalidad de interrumpir los procesos que en la corteza prefrontal deben establecer un “limite racional” a sentimientos de violencia, terminan generando el efecto contrario, es decir, se “glorifica” (mediante la reproducci贸n y el compartir de los mensajes, transmitidos a trav茅s de los grupos cerrados, pero que el algorritmo visibiliza m谩s) la violencia. No s茅 dice “abiertamente” que se apoya, pero la accesibilidad y la visibilizaci贸n que produce la Big Data, termina por transmitir tacitamente que ese comportamiento, no s贸lo debe ser aceptado sino emulado. Al final, se trata en el ciberfascismo de propiciar la “negaci贸n plausible”, eso es, yo no soy el culpable que la acci贸n violenta suceda, es solo un “producto” de interpretaciones “propias” de quien ve o reproduce los mensajes de incentivo a la violencia no kin茅sica (la tambi茅n la kin茅sica). Al final, esa exaltaci贸n de impulsos violentos, es una acci贸n complementaria a la incapacidad “inducida” para discernir lo cierto de lo falso, lo adecuado de lo inadecuado, lo tolerante de lo intolerante.

Manipulaci贸n emocional: toda la esencia del capitalismo de vigilancia, en coincidencia perfecta con el posfascismo como base ideol贸gica, asi como con el ciberfascismo como elemento concreto para la acci贸n, se trata de una “gran manipulaci贸n”. El impulso de la simultaneidad, que propugna la sociedad 4.0, basado en el bombardeo constante y frecuente de informaci贸n vaciada y transmitida, procura generar la afectaci贸n de la percepci贸n, mediante un proceso catalizador de las emociones, pero no las amorosas, m谩s bien las relacionadas con el “cerebro reptil”: la rabia, la frustraci贸n. La operaci贸n tiene dos ejes b谩sicos: 1) la interrupci贸n de la cognici贸n compleja, esa que se debe dar a trav茅s del procesamiento cr铆tico, el contraste entre lo que leemos y lo que sabemos, en un proceso de tesis-antitesis, que deriva en una conclusi贸n y 2)el est铆mulo de las emociones basadas en la exaltaci贸n de lo hostil, que ha sido trabajado mediante un “bombardeo” constante, impulsado a trav茅s de los algoritmos, que silencian determinados temas pero visualizan otros, a partir de las “interacciones” establecidas en las RRSS. Esta 2da operaci贸n, se concentra en ir aumentando la progresividad del comportamiento que el “neofascismo”, a trav茅s de las herramientas del ciberfascismo busca. Se eleva la exposici贸n del “enemigo 煤nico”, aquel que causa la rabia y la frustraci贸n, aquel que es culpable de todo lo malo y negativo, aquel que se “presenta” como responsable de la frustraci贸n que me impide avanzar. De ah铆, el est铆mulo a lo negativo, al odio, la rabia.   

Dr. Juan Eduardo Romero. Historiador/diputado



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